domingo, 13 de diciembre de 2020

Después del teatro

Salíamos del teatro: tú apoyada
con languidez artística en mi brazo;
muy cerca de mi pecho, tu regazo,
muy cerca de mi alma, tu mirada.

Bajamos la escalera: enmudecían
nuestros labios, tus ojos se entornaban,
y los que así, tan juntos, nos miraban,
¡Cómo se ve que se aman! repetían.

Aún verte me parece, casta ondina,
aún te contemplo púdica y esbelta,
como una maga vaporosa, envuelta
entre nubes de blanca muselina.

Aún me parece ver cómo cubría
tus hombros rafaélicos, la nube
de aquel chal que en tu cuerpo de querube,
una red de miosotis parecía.

¿Te acuerdas? Avanzamos muy despacio,
por la angosta calleja, en oleajes,
mirando deshacerse los celajes,
caleidoscopio inmenso del espacio.

A veces, con tu cuerpo junto al mío,
velabas, tiritando, tu regazo,
y apretando tu brazo con mi brazo,
murmurabas muy quedo: tengo frío.

Cincel de luz que tus contornos labra
era la luna, y su luz temblante,
un mármol de Canova tu semblante
y un sueño de Bellini tu palabra.

Así cruzamos por la calle muerta,
y en amorosa plática estuvimos,
hasta que pronto por mi mal nos vimos
de tu escondido hogar junto a la puerta.

Un momento después, en la vecina
pared, con indolencia reclinado,
contemplaba tu sombra, enamorado,
del balcón de tu alcoba en la cortina.

Lámpara opaca con su luz secreta,
el cortinaje aquel transparentaba,
y en los blancos tapices proyectaba
las líneas de tu artística silueta.

De aquella luz el misterio rastro
te dibujaba en vaporosa bruma,
arrodillada en el colchón de pluma
como pálida virgen de alabastro.

Luego, tus manos, oprimiendo el pecho,
ya destrenzado tu cabello, oraste,
sacudiste tus rizos, y saltaste
como una corza blanca sobre el lecho.

...................................................
...................................................

Las sombras de la noche misteriosas
tu alcoba virginal han protegido;
sólo se oye el monótono ruido
de un paso que se aleja en las baldosas.

Ya todo yace en el reposo, inerme;
el lirio azul dormita en tu ventana:
¿Oyes?... desde la torre la campana
la media noche anuncia... ¡Duerme! ¡Duerme!

martes, 24 de noviembre de 2020

De Margarita

Un rizo tengo aquí de tu cabello:
rizo que con malicia y travesura,
a la trenza que enroscas en tu cuello
robé como reliquia de hermosura.

Para adquirir; ¡oh, diosa!, tal tesoro,
Rothschild y Vanderbilt son muy pequeños;
con este breve pedacito de oro
voy a comprar el mundo de los sueños.

¡Aquí está!... si me acerco, si respiro,
en el blanco papel bulle travieso;
Por eso, triste, sin hablar, lo miro,
¡y con los ojos nada más lo beso!

-Manuel Gutiérrez Nájera.



jueves, 12 de noviembre de 2020

Crepúsculo

La tarde muere: sobre la playa
sus crespas olas la mar rompió;
deja que pronto de aquí me vaya,
que ya la Tierra se obscureció.

Ven a mi lado, suelta los remos;
ven, un momento reposa aquí,
y los luceros brotar veremos
en ese manto de azul turquí.

No temas nada; la mar se calma,
las olas duermen: ¡aquí está Dios!
Ven, y juntemos alma con alma
para que juntas digan adiós.

La noche llega: de joyas ricas,
sus negros cofres abre al volar,
y tu flotante falda salpica
la blanca espuma que forma el mar.

Corre la ola tras de la ola,
en pos de Vésper, Sirio brotó:
todo se busca; la playa sola
como enlutada despareció.

Deja que agiten tu negra trenza
las frescas brisas al revolar;
ya la tranquila noche comienza
y entre las sombras se puede amar.

El alto faro su luz enciende,
las anchas velas se pierden ya,
el pez saltando las olas hiende
y la gaviota dormida está.

Dame tus manos: quiero tenerlas,
para abrigarme con su calor:
cárcel de conchas tienen las perlas,
¡cárcel de almas tiene el amor!

En esta débil barca que oscila
sobre el abismo vamos los dos:
amor escondes en tu pupila,
como en los cielos se oculta Dios.

Abre los ojos: no mires triste
cómo las olas van a morir.
se abre el abismo, como tú abriste
tu tumba de virgen al porvenir.

La blanca estela que el barco deja
cual vía láctea del mar se ve,
ven: mientras tibia la luz se aleja,
en mis rodillas te sentaré.

Entre corales, Nereida hermosa
su rubia trenza torciendo está;
con verdes ojos nos ve envidiosa
y a flor de agua se asoma ya.

Ufano riza tu cabellera
el aire blando que sopla aquí;
las olas mueren en la ribera,
mas tu cariño no muere en mí.

Si tienes miedo, secreto nido
entre mis brazos te formaré,
y como a un niño que va dormido
con anchas pieles te cubriré.

Gimiendo el agua la barca mece;
la blanda brisa te arrullará,
mientras mi mano que se entumece,
entre tus bucles se esconderá.

Mira: mi remo las olas abre,
hacía la playa tuerzo el timón.
su negro seno la mar entreabre,
¡pero más negros tus ojos son!

-Manuel Gutiérrez Nájera.



jueves, 5 de noviembre de 2020

Del libro azul

Si mi secreto queréis que os diga,
cerrad, si os place, vuestro balcón:
temo que un Silfo, mi buena amiga,
en sus alitas llevar consiga
átomos de oro de mi pasión.

¿Queréis que os hable de mis amores?
Pues aguardemos a que a que las las flores
quietas se duerman en el jardín;
odio las brisas por lo curiosas,
y me recato de aquellas rosas
que aquí perfuman el camarín.

Ya veis, señora, si soy discreto,
si avaricioso guardo el secreto,
de luz, de aroma, de brisa y flor;
mi alma es sagrario y urna cerrada,
donde lo llevo, perla guardada
en concha nácar, nido de amor.

Nadie lo sabe, nadie ha podido,
luz o silencio, sombra o rüido,
este secreto nunca saber.
Entre sus hojas, cual la violeta,
va con mi alma, dormida y quieta,
la casta imagen de esa mujer.

Soy como avaro que su tesoro,
sus ricas perlas, sus torres de oro,
guarda en el fondo de viejo arcón;
y cuando mi alma siente tristeza,
para ahuyentarla con su riqueza
va de puntillas al corazón.

Contemplo el oro de su cabello,
sus ojos claros, su terso cuello,
sus brazos blancos de rosa-té;
y porque no entre la luz curiosa,
mis ojos luego cierra medrosa,
¡pensando acaso que el Sol nos ve!

Si mi secreto queréis que os diga,
cerrar entonces vuestro balcón:
temo que un Silfo, mi buena amiga,
en sus alitas llevar consiga
átomos de oro de mi pasión.

sábado, 17 de octubre de 2020

Amado dueño mío

Amado dueño mío,
escucha un rato mis cansadas quejas,
pues del viento las fío,
que breve las conduzca a tus orejas,
si no se desvanece el triste acento
como mis esperanzas en el viento.
Óyeme con los ojos,
ya que están tan distantes los oídos,
y de ausentes enojos
en ecos de mi pluma mis gemidos;
y ya que a ti no llega mi voz ruda,
óyeme sordo, pues me quejo muda.
Si del campo te agradas,
goza de sus frescuras venturosas,
sin que aquestas cansadas
que en él verás, si atento te entretienes,
ejemplo de mis males y mis bienes.
Si al arroyo parlero
ves, galán de las flores en el prado,
que, amante y limosnero,
a cuantas mira intima su cuidado,
en su corriente mi dolor te aviva
que a costa de mi llanto tiene risa.
Si ves que triste llora
su esperanza marchita, en ramo verde,
tórtola gemidora,
en él y en ella mi dolor te acuerde,
que imitan, con verdor y con lamento,
él mi esperanza y ella mi tormento.
Si la flor delicada,
si la peña, que altiva no consiente
del tiempo ser hollada,
ambas me imitan, aunque variamente,
ya con fragilidad, ya con dureza,
mi dicha aquélla y ésta mi firmeza.
Si ves el siervo herido
que baja por el monte, acelerado,
buscando, dolorido,
alivio al mal en un arroyo helado,
y sediento al cristal se precipita,
no en el alivio, en el ardor me imita.
Si la liebre escogida
huye medrosa de los galgos fieros,
y por salvar la vida
no deja estampa de los pies ligeros,
tal mi esperanza, en dudas y recelos,
se ve acosada de villanos celos.
Si ves el cielo claro,
tal es la sencillez del alma mía;
y si, de luz avaro,
de tinieblas se emboza el claro día,
es con su oscuridad y su inclemencia,
imagen de mi vida en esta ausencia.
Así que, Fabio amado,
saber que puedes mis males sin costarte
la noticia cuidado,
pues puedes de los campos informarte;
y pues yo a todo mi dolor ajusto,
saber mi pena sin dejar tu gusto.
Mas, ¿cuándo, ¡ay, gloria mía!,
mereceré gozar tu luz serena?
¿Cuándo llegará el día
que pongas dulce fin a tanta pena?
¿Cuándo veré tus ojos, dulce encanto,
y de los míos quitarás el llanto?
¿Cuándo tu voz sonora
herirá mis oídos, delicada,
y el alma que te adora,
de inundación de gozos anegada,
a recibirte con amante prisa
saldrá a los ojos desatada en risa?
¿Cuándo tu luz hermosa
revestirá de gloria mis sentidos?
¿Y cuándo yo, dichosa,
mis suspiros daré por bien perdidos,
teniendo en poco el precio de mi llanto,
que tanto ha de penar quien goza tanto?
¿Cuándo de tu apacible
rostro alegre veré semblante afable,
y aquel bien indecible
a toda humana pluma inexplicable,
que mal se ceñirá a lo definido
lo que no cabe en todo lo sentido?
Ven pues, mi prenda amada,
que ya fallece mis cansada vida
de esta ausencia pesada;
ven, pues, que mientras tarda tu venida,
aunque me cueste su verdor enojos,
regalaré mi esperanza con mis ojos.

-Sor Juana Inés de la Cruz

viernes, 9 de octubre de 2020

Deseo

 ¿No ves cual prende la flexible yedra
entre las grietas del altar sombrío?
Pues como enlaza la marmórea piedra
quiero enlazar tu corazón, bien mío.

¿Ves cual penetra el rayo de la luna
las quietas ondas sin tumbar su calma?
Pues tal como se interna en la laguna,
quiero bajar al fondo de tu alma.

Quiero en tu corazón, sencillo y tierno,
acurrucar mis sueños entumidos,
como al llegar las noches del invierno
se acurrucan las aves en sus nidos.

-Manuel Gutiérrez Nájera.

domingo, 26 de julio de 2020

Madrigal alterado

Tu blancura es reina,
tu blancura reina,
¡oh nacarada, oh alba como el alba que sus oros despeina!

Tu piel, oh mi Blanca,
como el alba blanca
del níveo albatros que adora las espumas, luce franca.

Oh, Blanca de Nieve,
haz que en mi alma nieve
el cándido fulgor de tu imagen casta y leve.

Solitaria estrella,
mis noches estrella
con esa pensativa luz ideal tan bella.

Margarita de oro,
altar en que oro:
la sutil rima brote como brote otoñal.

y a tu alma se prenda,
y en amor la prenda
y sea la prenda,
de mi vida inmortal

jueves, 18 de junio de 2020

Ardan todas las voces

Ardan todas las voces
y quémense los labios;
y en la más alta flor
quede la noche detenida.

Nadie sabe tu nombre ya;
en tu secreta fuerza influyen
la madurez dorada de la estrella
y la noche suspensa,
inmóvil océano.

Amante, todo calla
bajo la voz ardiente de tu nombre.
Amante, todo calla. Tú, sin nombre,
en la noche desnuda de palabras.




-Octavio Paz.

miércoles, 6 de mayo de 2020

Agudeza gascona

Un oficial gascón había recibido de Luis XIV una gratificación de ciento cincuenta doblones y, recibo en mano, entra sin hacerse anunciar en casa del señor Colbert, que estaba sentado a la mesa con varios caballeros.
 -Señores, ¿cuál de vosotros -pregunta con un acento que delata su patria-, quién, os lo ruego, es el señor Colbert?
 -Yo, señor -le responde el ministro-. ¿En qué puedo serviros?
 -Una fruslería, señor. Se trata tan sólo de una gratificación de ciento cincuenta doblones que es preciso que me descontéis en seguida.
 El señor Colbert, que se da perfecta cuenta que el personaje se prestaba a la burla, le pide permiso para acabar de cenar y, para que no se impaciente, le ruega que se siente a la mesa con él.
 -Con mucho gusto -contestó el gascón-, excelente idea, pues no he cenado todavía.
 Terminada la comida, el ministro, que ha tenido tiempo de prevenir al encargado mayor, dice al oficial que ya puede subir al despacho, que su dinero le espera; el gascón sube... pero no le entregaran más que cien doblones.
 -¿Queréis bromear, señor? -dice al funcionario-. ¿O no veis que mi orden dice ciento cincuenta?
 -Señor -le contesta el escribiente-, veo perfectamente vuestra orden, pero os descuento cincuenta doblones por la cena.
 -¡Pardiez, cincuenta doblones! Si en mi posada me cuesta solo diez sueldos.
 -Os creo, pero allí no tenéis el honor de cenar con un ministro.
 -Perfectamente -replica el gascón-, en ese caso señor, guardároslo todo; mañana traeré a uno de mis amigos y estamos en paz.
 La respuesta y la broma que le había provocado hicieron reír durante un rato a la corte; se añadieron los cincuenta doblones a la gratificación del gascón, que regresó triunfante a su tierra, hizo el elogio de las cenas del señor Colbert, de Versalles y de cómo era allí recompensado el genio del Garona.

-Marqués de Sade.

lunes, 27 de abril de 2020

Pues estoy condenada...

Pues estoy condenada,
Fabio, a la muerte, por decreto tuyo,
y la sentencia airada
ni la apelo, resisto ni la huyo,
óyeme, que no hay reo tan culpado
a quien el confesar le sea negado.
Porque te han informado,
dices, que mi pecho te ha ofendido,
me has, fiero, condenado.
¿Y pueden, en tu pecho endurecido,
más la noticia incierta, que no es ciencia,
que de tantas verdades la experiencia?
Si a otros crédito has dado,
Fabio, ¿por qué a tus ojos se lo niegas,
y el sentido trocado
de la ley, al cordel mi cuello entregas,
pues liberal me amplías los rigores
y avaro me restringes los favores?
Si a otros ojos he visto,
mátenme, Fabio, tus airados ojos;
si a otro cariño asisto,
asístanme implacables tus enojos:
y su otro amor del tuyo me divierte,
tú, que has sido mi vida me des muerte.
Si a otro, alegre, he mirado
nunca alegre me mires ni te vea;
si le hablé con agrado,
eterno desagrado en ti posea;
y si otro amor inquieta mi sentido,
sáquesme el alma tú, que mi alma has sido.
Mas, supuesto que muero
sin resistir a mi infelice suerte,
que me des sólo quiero
licencia de que escoja yo mi muerte;
deja la muerte a mi elección medida,
pues en la tuya pongo yo la vida.
No muera de rigores,
Fabio, cuando morir de amores puedo;
pues con morir de amores,
tú acreditado y yo bien puesta quedo:
que morir de amor, no de culpada,
no es menos muerte, pero es más honrada.
Perdón, en fin, te pido
de las muchas ofensas que te he hecho
en haberte querido:
que ofensas son, pues son a tu despecho;
y con razón te ofendes de mi trato,
pues que yo, con quererte, te hago ingrato.

-Sor Juana Inés de la Cruz.

miércoles, 15 de abril de 2020

Guerrero y Fraile

Paseó dondequiera su airón de plumas,
sus mesnadas briosas y sus pendones,
y, ansioso de conquistas, a cien naciones
sometió al vasallaje que las abruma.

Después, atormentado por la reuma,
que no por religiosas meditaciones,
confinó sus guerreras inclinaciones
en la celda de un claustro lleno de bruma.

Allí comiendo el blanco pan eucarístico,
vegeta, consumido de tedio místico,
delira del combate con el estrago;
a la voz que le manda llorar su hierro
contesta con taimado: desperta ferro,
y en vez de Jesucristo reza a Santiago.



-Amado Nervo.

sábado, 11 de abril de 2020

En los últimos límites carnales

En los últimos límites carnales
tu sangre quietamente te descubre;
invencible latir, olas obscuras,
te atan a la muerte que nos sitia,
a mi mano mortal, al tiempo inmóvil
que llena nuestro amor y nuestro olvido.

En el aire poblado de alas ciegas,
de pájaros o llamas invisibles
que nacen de tu aliento y agonizan,
¿dónde tu voz, tu nombre mismo, dónde?,
¿dónde nosotros, tú, si sólo somos
en la música un poco de ternura?

Amor, amor, ¡qué sombras nos oprimen!,
¡qué lentos aires tibios nos devoran!,
¡qué fértiles incendios en la noche
nos cubren de presagios y de llamas!,
¡qué silencios nos ciñen y destruyen!,
¡qué derrotas, amor, o qué victorias,
nos alzan, nos sepultan en tus olas,
océano de sombras y de nada!



-Octavio Paz.

miércoles, 8 de abril de 2020

Rayuela, (Capítulo 93)

93



"Pero el amor, esa palabra..." Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin ninguna razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué curselería lo vas dejando caer sobre los platos y sábanas y autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como de corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso con agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían  a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fíjate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.

¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, lo atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado a la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de escriba, las perras negras se vengan cómo pueden, me mordisquean desde abajo de la mesa. ¿Se dice abajo o debajo? Lo mismo te muerden. ¿Por qué, por qué, pourquoi, why, warum, perchè este horror a las perras negras? Míralas ahí en ese poema de Nashe, convertidas en abejas. Y ahí, en dos versos de Octavio Paz, muslos de sol, recintos de verano. Pero un mismo tiempo cuerpo de mujer es María y la Brinvilliers, los ojos que se nublan mirando un bello ocaso son la misma óptica que se regala con los reconocimientos de un ahorcado. Tengo miedo de ese proxenetismo, de tinta y de voces, mar de lenguas lamiendo el culo del mundo. Miel y leche hay debajo de tu lengua... Sí, pero también está dicho que las moscas muertas hacen heder el perfume del perfumista. En guerra con la palabra, en guerra, todo lo que sea necesario aunque haya de renunciar a la inteligencia, quedarse en el mero pedido de las papas fritas y los telegramas Reuter, en las cartas de mi noble hermano y los diálogos del cine. Curioso, muy curioso que Puttenham sintiera las palabras como si fueran objetos, y hasta criaturas con vida propia. También a mí, a veces, me parece estar engendrando ríos de hormigas feroces que se comerán el mundo. Ah, si en el silencio empollara el Roc... Logos, faute éclatante. Concebir una raza que se expresara por el dibujo, la danza, el macramé o una mímica abstracta. ¿Evitarían las connotaciones, raíz del engaño? Honneur des hommes, etc. Sí, pero un honor que se deshonra a cada frase, como un burdel de vírgenes si la cosa fuera posible.

Del amor a la filología, estás lucido, Horacio. La culpa la tiene Morelli que te obsesiona, su insensata tentativa te hace entrever una vuelta al paraíso perdido, pobre preadamita de snack-bar, de edad de oro envuelta en celofán. This is a plastic´s age, man, a plastic´s age. Olvidarte de las perras. Rajá, jauría, tenemos que pensar, lo que se llama pensar, es decir sentir, situarse y confrontarse antes de permitir el paso de la más pequeña oración principal o subordinada. París es un centro, entendés, un mandala que hay que recorrer sin dialéctica, un laberinto donde las fórmulas pragmáticas no sirven más que para perderse. Entonces un cogito que sea como respirar en París, entrar en él dejándolo entrar, nauma y no logos. Argentino compadrón, desembarcado con la suficiencia de una cultura de tres por cinco, entendido en todo, al día en todo, con un buen gusto aceptable, la historia de la raza humana bien sabida, los períodos artísticos, el romántico y el gótico, las corrientes filosóficas, las tensiones políticas, la Shell Mex, la acción y la reflexión, el compromiso y la libertad, Piero della Fancesca y Antón Weber, la tecnología bien catalogada, Lettera 22, Fiat 1600, Juan XXIII. Qué bien, qué bien. Era una pequeña librería en la rue du Cherche-midi, era un aire suave de pausados giros, era la tarde y la hora, era del año la estación florida, era el Verbo (en el principio), era un hombre que se creía un hombre. Qué burrada infinita, madre mía. Y ella salió de la librería (recién ahora me doy cuenta de que era como una metáfora, ella saliendo nada menos que de una librería) y cambiamos dos palabras y nos fuimos a tomar una copa de pelute d´oignon a un café de Sévres-Babylone (hablando de metáforas, yo delicada porcelana recién desembercada. HANDLE WITH CARE,  y ella Babilonia, raíz de tiempo, cosa anterior, primeval being, terror y delicia de los comienzos, romanticismo de Atala pero con un tigre auténtico esperando detrás del árbol). Y así Sèvres fue con Babylone a tomar un vaso de pelure d´oignon, nos mirábamos y yo creo que ya empezábamos a desearnos (pero eso fue más tarde, en la rue Réaurmur) y sobrevino en diálogo memorable, absolutamente recubierto de malentendidos, de deajustes que se resolvían en vagos silencios, hasta que las manos empezaron a tallar, era dulce acariciarse las manos mirándose y sonriendo, encendíamos los Gauloises el uno en el pucho del otro, nos frotábamos con los ojos, estábamos tan de acuerdo en todo que era un vergüenza, París danzaba afuera esperándonos, apenas habíamos desembarcado, apenas vivíamos, todo estaba ahí sin nombre y sin historia (sobre todo para Babylone, y el pobre Sèvres hacía un enorme esfuerzo, fascinado por esa manera de Babylone de mirar lo gótico sin ponerle etiquetas, de andar por las orillas del río sin ver remontar los drakens normandos). Al despedirnos éramos como dos chicos que se han hecho estrepitosamente amigos en una fiesta de cumpleaños y siguen mirando mientras los padres los tiran de la mano y los arrastran, y es un dolor dulce y una esperanza, y se sabe que uno se llama Tony y la otra Lulú, y basta para que el corazón sea como una frutilla, y...

Horacio, Horacio

Merde, alors. ¿Por qué no? Hablo de entonces, de Sèvres-Babylone, no de este balance elegíaco en que ya sabemos que el juego está



-Julio Cortázar.


Photo Instagram: jonathanruvira

sábado, 8 de febrero de 2020

Más allá

Más allá del credo por el sol cribado,
más allá del monte por la nieve hopado
que los frescos valles custodiado está,
más allá
Más allá de aire cuyas nubes puras
gráciles erigen sus arquitecturas,
más allá
Más allá del Cosmos, forjador potente
de mundos y soles, que en resplandeciente
fuga de oro y plata desgranando va,
más allá
Tristemente radia mi quimera hermosa,
siempre inaccesible, siempre luminosa,
más allá.



-Amado Nervo.