sábado, 17 de octubre de 2020

Amado dueño mío

Amado dueño mío,
escucha un rato mis cansadas quejas,
pues del viento las fío,
que breve las conduzca a tus orejas,
si no se desvanece el triste acento
como mis esperanzas en el viento.
Óyeme con los ojos,
ya que están tan distantes los oídos,
y de ausentes enojos
en ecos de mi pluma mis gemidos;
y ya que a ti no llega mi voz ruda,
óyeme sordo, pues me quejo muda.
Si del campo te agradas,
goza de sus frescuras venturosas,
sin que aquestas cansadas
que en él verás, si atento te entretienes,
ejemplo de mis males y mis bienes.
Si al arroyo parlero
ves, galán de las flores en el prado,
que, amante y limosnero,
a cuantas mira intima su cuidado,
en su corriente mi dolor te aviva
que a costa de mi llanto tiene risa.
Si ves que triste llora
su esperanza marchita, en ramo verde,
tórtola gemidora,
en él y en ella mi dolor te acuerde,
que imitan, con verdor y con lamento,
él mi esperanza y ella mi tormento.
Si la flor delicada,
si la peña, que altiva no consiente
del tiempo ser hollada,
ambas me imitan, aunque variamente,
ya con fragilidad, ya con dureza,
mi dicha aquélla y ésta mi firmeza.
Si ves el siervo herido
que baja por el monte, acelerado,
buscando, dolorido,
alivio al mal en un arroyo helado,
y sediento al cristal se precipita,
no en el alivio, en el ardor me imita.
Si la liebre escogida
huye medrosa de los galgos fieros,
y por salvar la vida
no deja estampa de los pies ligeros,
tal mi esperanza, en dudas y recelos,
se ve acosada de villanos celos.
Si ves el cielo claro,
tal es la sencillez del alma mía;
y si, de luz avaro,
de tinieblas se emboza el claro día,
es con su oscuridad y su inclemencia,
imagen de mi vida en esta ausencia.
Así que, Fabio amado,
saber que puedes mis males sin costarte
la noticia cuidado,
pues puedes de los campos informarte;
y pues yo a todo mi dolor ajusto,
saber mi pena sin dejar tu gusto.
Mas, ¿cuándo, ¡ay, gloria mía!,
mereceré gozar tu luz serena?
¿Cuándo llegará el día
que pongas dulce fin a tanta pena?
¿Cuándo veré tus ojos, dulce encanto,
y de los míos quitarás el llanto?
¿Cuándo tu voz sonora
herirá mis oídos, delicada,
y el alma que te adora,
de inundación de gozos anegada,
a recibirte con amante prisa
saldrá a los ojos desatada en risa?
¿Cuándo tu luz hermosa
revestirá de gloria mis sentidos?
¿Y cuándo yo, dichosa,
mis suspiros daré por bien perdidos,
teniendo en poco el precio de mi llanto,
que tanto ha de penar quien goza tanto?
¿Cuándo de tu apacible
rostro alegre veré semblante afable,
y aquel bien indecible
a toda humana pluma inexplicable,
que mal se ceñirá a lo definido
lo que no cabe en todo lo sentido?
Ven pues, mi prenda amada,
que ya fallece mis cansada vida
de esta ausencia pesada;
ven, pues, que mientras tarda tu venida,
aunque me cueste su verdor enojos,
regalaré mi esperanza con mis ojos.

-Sor Juana Inés de la Cruz

viernes, 9 de octubre de 2020

Deseo

 ¿No ves cual prende la flexible yedra
entre las grietas del altar sombrío?
Pues como enlaza la marmórea piedra
quiero enlazar tu corazón, bien mío.

¿Ves cual penetra el rayo de la luna
las quietas ondas sin tumbar su calma?
Pues tal como se interna en la laguna,
quiero bajar al fondo de tu alma.

Quiero en tu corazón, sencillo y tierno,
acurrucar mis sueños entumidos,
como al llegar las noches del invierno
se acurrucan las aves en sus nidos.

-Manuel Gutiérrez Nájera.