Te arrancaré la lengua, te cortaré los dedos,
y no podrás entonces dialogar de nuevo.
Echaré plomo derretido en tus oídos,
y no volverás jamás a discutir conmigo.
Serás como un mimo, que habla sin palabras,
que en sus actos deja las cosas claras.
Y cumplirás tus promesas, día tras día,
pues no podrás vender tus frases vacías.
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